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1 de marzo de 2014

No sin mi huevo

Hay días que no me apetece salir del huevo.
Tras su cáscara me amparo.
En ella me embullo.
Es un buen refugio.
Me aisla.
Me protege.
Mis membranas la necesitan
cuando mi clara se resiente y, con ella,
quieren proteger su yema.
La yema, mi esencia.
Mi esencia, mi núcleo.
Prohibido a visitantes.
Ajeno a allegados.
Mío. 
Irrefutable.
Intransferible.
Aparentemente vulnerable.
Recio y fuerte cuando lo cuido.
Abierto para quien yo quiero y amo.
La llave, a buen recaudo
y, en mi mente,  el llavero. 
(Imagen: Obra de Dolors Farrarons)

2 comentarios:

  1. Lo tuyo los huevos y las gallinas, jejeje!!!
    Bromas a parte, yo también hay días que me encuentro así, frágil y no brava. Como resultado una rica paz interior. Lástima que dure poco. Bsts. Mari

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  2. "La casita interior", como dice un amigo. Besos.

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