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14 de abril de 2013

Teoría de la evolución

Estoy yo aquí pensando en la lógica de la teoría de la evolución.
En generaciones no muy lejanas, a parte del desarrollo superlativo de los dedos pulgar e índice de las manos (transformación resultante de la propiedad inherente del uso y del abuso de teclados para juegos, wasaps y otros contactos), auguro un encorvamiento óseo de la mano derecha (en los diestros), o de la izquierda (en los zurdos), o en ambas (ambidiestros).
Estamos asistiendo a una irremediable selección natural.
Basta con darse un paseo nocturno por alguna de las numerosas zonas que reúnen salas y bares donde acude, actualmente, la juventud los fines de semana en tropel para bailar, escuchar música, reunirse con los amigos y beber. Sobre todo beber.
Sí.
Estoy convencida.
El gesto del vaso en la mano.
Un ademán intergeneracional de una población que, compartiendo un mismo patrimonio genético y un ámbito geográfico muy amplio, será culpable de una aberración cromosómica futura.
Evidencias de un proceso evolutivo al alcance de nuestra mano (nunca mejor dicho).
La mutación, las causas ambientales y el proceso de selección están garantizados para un porcentaje amplio de la joven población.
El impacto, total. 
Menos mal que no estaré aquí para verlo (ya tengo bastante con lo que he visto).