Seguidores

8 de mayo de 2012

Cortocircuito

Si la salud está en la mente, ¿en qué estaba pensando yo?
Os cuento.

Desde el Puente de la Constitución, vive conmigo una tendinitis acomodada en mi hombro izquierdo. No contenta con recordarme a menudo que es mi huésped, se ha encariñado de mis cervicales y, juntas, se divierten  a mi costa de vez en cuando.

Ahí están, tan ricamente: unos días con más ganas de fiesta que otros.
Se deben encontrar muy bien en mi humilde y cada vez más trillada morada porque, lejos de abandonarme, han llamado a parientes cercanos. Y éso que yo no les hago ni caso.
La primera en llegar,  la lumbalgia. 
¡Cuánto tiempo sin verte por aquí! 
¡Sí, ya me tocaba! He aprovechado unos días de nervios y tensiones, he cogido la primera contractura que he encontrado y aquí estoy, tan agustito.
Guay. Mis invitadas se pasean a su antojo y han plantado en mi cuerpo su campamento.
Recidiva va, recidiva viene.
Quejosas de la falta de hospitalidad que les ofrezco, han llamado a su amigo el esguince. ¡Que no se diga que no hay chicos en la fiesta! Se ha instalado en el tobillo y me ha obligado a cuidarlo. ¡Estos hombres!
Y con él, hoy y a su antojo, el primo ciático de visita.
¡Qué cuadro!
Cojines en las corvas para relajar las lumbares, más cojines con cubitos para atender bien el tobillo, paseos de muleta y... vacaciones de brazo izquierdo caído para atender bien el tren superior de mi cuerpo. 
Bueno, aquí estoy, cerrando fuerte las puertas para que no vengan más invitados no deseados y haciéndoles a estos un poquito de caso a ver si así se piran y... , de paso,  preguntándome:
¿En qué punto se produjo el cortocircuito?

Imagen:abc.es