Seguidores

28 de junio de 2011

Si somos lo que comemos, ¿también somos lo que bebemos?

Hoy es política y socialmente incorrecto dar alcohol a los niños ¿verdad?
Son continuas las campañas de prevención del alcoholismo destinadas a los jóvenes y, paradójicamente, el consumo compulsivo de alcohol aumenta.
Pues bien,  si somos lo que comemos y somos lo que bebemos, ¿qué debería ser yo? Lo explico.
A mi generación nos han dado:
"Quina San Clemente" ("que da unas ganas de comerrrr!!!") o "Quina Santa Catalina". Que una botella de Quinito se acababa, otra que me compraba mi madre. 
Se trataba de un vino dulce obtenido de uvas de cepas Malvasía que se creía abría el apetito de los niños que comíamos mal.
"Medicina y golosina". Vino reconstituyente para hacer el aperitivo.
"Abre el balcón, tira un jamón, mira que viene Quinito. Quiero comer, quiero crecer, que me muero de apetito!! ".  
Después de mi dosis diaria no sé si comería mejor o no, pero la modorra debía estar asegurada.

"Peppermint" o menta si lo que te pasaba era que te dolía la tripa. Una indigestión, un dolor de regla... Lingotazo... y arreglado.
¿Que un mareo o un desmayo? "Agua del Carmen"
¿Que un catarro? Leche calentita , un chorrito de coñac y una aspirina infantil.
¿Para merendar? Pan con vino y azúcar.
¿Para celebrar? Anís del Mono con agua ("una palomita").
Una cañita de cerveza de vez en cuando, un poquito de vino con gaseosa.
Y ¿qué decir tiene del buchito de moscatel o de beure del porró a galet?

Estando así las cosas, mi generación debería estar tremendamente alcoholizada. Las bebidas con alcohol formaban parte de nuestras vidas. Tomarlas, lejos de ser políticamente incorrecto o ser tabú o prohición, no crearon tanta espectación y... nos repusiern de algún achaque.
Moraleja: ¿Sirve de algo tanta prohibición?

(Imagen 1: mangaclassics.mforos)
(Imagen 2: usuaris.tinet.cat)