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5 de octubre de 2012

Que San Pedro me lo bendiga

Viernes. Jornada laboral acabada. Ahora, en mi casa. Fin de semana a la vista. Temperatura agradable. Pensamientos que fluyen. Agotamiento físico. Paz interior. Buena compañía. Frente al ordenador. Confensión. Acto de fe. Declaración de intereses. Poniendo mi mente en orden. Juego de emociones.

Virgencita, que me quede como estoy.
Lo que Dios me ha dado, que san Pedro me lo bendiga.
¿Resignación? ¿Conformismo?
NO.
Sosiego, calma, resiliencia, gratitud..., poco más.
Sin amenaza de clarividencia.
Un alto en el camino,  un freno al repertorio de reproches.
Lo recomiendo.