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29 de septiembre de 2012

Las bicicletas no sólo son para el verano

Érase una vez una niña que, durante muchos años, pidió en su carta a los Reyes Magos una bicicleta. El triciclo se le había quedado pequeño y había aprendido a ir ella sola con dos ruedas, en la calle, con la bici de su amiga. La sensación de libertad y de equilibrio la había cautivado.
Año tras año llegaba la anhelada fecha y, aunque siempre había regalos,  la bicicleta no era uno de ellos.
Pasó el tiempo. La niña creció y se olvidó de su deseado juguete. Se casó, tuvo dos hijos y... ¡sorpresa!. 
Un día de reyes, encontró en el comedor su deseada bicicleta. La misma, la BH verde que tantas veces había descrito en su carta infantil. Con 32 años disfrutó por fin de la sensación de libertad que su velocípedo le brindaba.
Siguió pasando el tiempo. La pobre bicicleta, expuesta muchos años a la intemperie y aquejada de humedad y de salitre, parecía haber llegado al fin de sus días. Camino al contenedor, pensó en despedirse de su dueña quien, al verla, se enterneció, la asaltaron mil recuerdos... y se negó a decirle adiós. 
Que si el cuadro, las cadenas, el manillar, el sillín y  los pedales... Maquilla aquí, maquilla allá..., como fruto de una reencarnación budista, el ansiado y casi olvidado juguete pasó a otra vida. Esta vez estática, pero privilegiada. 
Ahora luce, protagonista, entre plantas, flores, colores y perfumes. La humedad y el salitre la visitan, pero ella desde su rincón, sabiéndose histriónica y admirada, nos saluda y nos recuerda:
El que la sigue la consigue y, más vale tarde que nunca.


Colorín colorado, este cuento se ha acabado y, sabiendo ella que ya no sólo es para el verano, ha decidido difundir y lucir su reciclado en una famosa revista de decoración .
Muy bonita, muy bonita, muy bonita  ha quedado.