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13 de agosto de 2011

Las cosas buenas no deberían cambiar nunca

El calor de tu casa. El cariño incondicional de tus padres. El cobijo de tu habitación. La intimidad de tu baño. La alegría de los amigos. La felicidad de tus hijos. La brisa del verano. El respeto, el apoyo y el cariño de tu pareja. El cielo estrellado. El reflejo de la luna sobre el mar calmado. El olor a paella. Una comida familiar. Una charla relajada. La cama recién hecha. Un helado. Una siesta. Un libro interesante. La llamada de un amigo. Las risas de los niños. El trabajo. La salud. Una sonrisa. Un capricho. Los recuerdos. La tranquilidad. La confianza. Una bebida fresquita en verano. Una bebida caliente en invierno. Las ilusiones. Los proyectos. El cariño. Un reencuentro. Un perfume. La compañía. La soledad elegida. La complicidad de los tuyos. La armonía en  casa. Una llamada a tiempo. Compartir. Los sueños. La verdad. La sinceridad. Un paseo. Un regalo. Un abrigo cuando hace frío. Un abanico para el calor. La paz. El sosiego. La calma. La tranquilidad. Las buenas noticias. Un abrazo. Un beso. Una cita. Una fiesta. Una mano amiga. Tiempo libre. Un chiste. Un consuelo. Una mirada cómplice. La noche de Reyes. Un juego. Un cuento. Regresar a casa. Una caricia. Un te quiero...

(Imagen: felipecoello.blogspot.com)