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2 de diciembre de 2011

La que se avecina

Si emulando a Arcimboldo consigo medio despedir artísticamente el otoño con estas imágenes (de sobras es sabido que la estación se acaba a finales de este mes) , intentaré estar  preparada para una nueva decoración física y de espíritu. Decoración que se anticipa ante nuestros ojos desde hace ya unas semanas.
¿No marca la tradición que el decorado navideño se ponga a partir del día 13 de diciembre, festividad de santa Lucía?
Pues no. Con la que está cayendo, ya hace días que la frivolidad está en la calle.
Frivolidad que juega a embriagarnos. Cuanto más lo intenta, yo más me resisto. Y, a medida que pasan en mí los años, más quisera resistirme. Pero llega un momento en el que parece que navego sola contra corriente: décimos de lotería que me cuquean, la felicitación de navidad que me acecha, el calendario de adviento que llega tarde, la comida navideña en el tintero, la carta de los reyes de mis allegados olvidada y la mía propia ni me interesa, el árbol en el trastero, el pesebre en el altillo, el tió en una caja, las manualidades de patchwork sin sacar...
No me reconozco. 
Habrá que poner remedio a ésta mi desidia.
Sin prisas, pero sin pausa, lo intentaré a lo largo de este buen fin de semana que nos espera, aunque sólo sea por seguir atizando el fuego de la ilusión para los que me rodean. Volveré a cumplir con el compromiso programado para el puente de la Purísima como lo he venido haciendo  año tras año y haré aparecer físicamente la navidad en mi vida.
Estas fechas que se avecinan dejaron de gustarme hace unos años, volvieron a alegrar mi vida con la infancia de mis hijos y, ahora que están creciditos, amenazan de nuevo. 
Esfuerzo mental. Recobro del ánimo. Relatividad de las cosas. Equilibrar situaciones. Renovación de la tradición. Continuidad de la magia. Cultivo de la ilusión. Obediencia de agenda. Restauración de convencionalismos. Seguimiento de masas. Decoración de mi casa.
¿Hago bien mis deberes mentales? Con ellos, los emocionales a salvo.
No ha lugar a la preocupación.

6 comentarios:

  1. Si poco me gusta el otoño.... el invierno ya ni te cuento, y las Navidades.... ¡QUÉ HORROR!

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  2. A mí, Tracy, me gustan todas las estaciones. Todas tienen algo. Pero las fiestas navideñas...
    Un beso.

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  3. Hola Paqui, de desidia nada de nada,se llama "NO PODER HACER MIL COSAS A LA VEZ", no puedes sacar el árbol del trastero porque estás acabando un jersey, o dos,(PRECIOSOS, POR CIERTO) aún está el pesebre en el altillo porque estás gestionando la información para tus blocs personales y profesionales, etc, etc. Si eres una máquina. Seguro que en el tiempo que yo he tardado en ecribirte tu ya lo has montado todo.Besossssssss

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  4. Gracias, Pepi, me miras con muy buenos ojos.
    Mi desidida, en este caso, no es por tiempo.
    No me gustan las navidades y cada año lo noto más.
    Mis hijos ya me han pedido el árbol y todo lo que acompaña.. Su calendario biológico y las tradiciones a las que los hemos "sometido" han hecho mella en ellos (como espero que lo hagan tantas otras cosas que les hemos ido inculcando a lo largo de sus cortas vidas.
    Los deberes navideños, casi hechos.
    Un beso.

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  5. Pues a mi me encanta el otoño, es mi estación preferida. Del invierno me gusta la nieve, aunque este año, bueno todavía no ha entrado oficialmente el invierno, ni rastro.
    Yo tradicionalmente pongo el Árbol, el Belen y demás decoraciones navideñas el 8 de diciembre, porque encima que ya que cuesta sacar todo del trastero o subir del garaje, encima no va a ser para tenerlo puesto todo solo dos días, ¿no?.
    Las compras navideñas, los tumultos y demás las detesto, pero bueno, hay que hacerlas, y a todos nos gusta que nos regalen alguna cosita o sorpresita, y a mi también regalar alguna chorradita. Creo que los adornos y las luces en las calles están bien, asi como la cabalgata de Reyes y otras cosas, es una época festiva, y en cierta manera se debe sentir y transmitir un poco de alegría especialmente en estos tiempos tan duros; que siempre haya un momento para sonreir, reir y estar alegres.
    Las cenitas, comilonas, y reuniones familiares no van conmigo, pero es lo que toca cada año, es (posiblemente) lo que menos me gusta de la Navidad.

    Y venga.....¡¡que pasan volando!!

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  6. Sí, todo eso está muy bien, Simply, pero en estas fechas te acuerdas a la enésima potencia y con más desgarro (porque de hecho te acuerdas cada día) de las personas queridas que te faltan.

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