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24 de abril de 2011

Homenatge als mestres (II)

Reflexiones de una maestra
SI LAS PIZARRAS HABLARAN (I)

Muy pronto me enamoré
de los niños y la escuela,
porque aprendí de mi madre,
una excelente Maestra.
Joven entré en este gremio,
los veinte recién cumplidos.
Me pasé cuarenta años
trabajando con los niños.

Creo que hice mis deberes,
y muy querida me siento.
Siempre recibo de todos
más de lo que yo merezco.
A los largo de estos años
ha cambiado mucho España;
los modales, las costumbres,
y… ¡como no!… ¡LA ENSEÑANZA!

Antiguamente, en la escuela
se leía y se escribía,
porque estaban muy mal vistas
las faltas de ortografía:
la letra clara, enlazada,
vertical y encasillada
en cuadrícula o renglón,
¡letra limpia y ordenada!

Ahora nuestros niños tienen
una letra “personal”
que, antes de aprender las bases
hay que ser original
y escogen su propia letra,
como ya eligen la ropa;
para eso son los dueños
de su vida y de su historia.

Antaño hablaba el maestro
y los niños se callaban
y, al que osaba alzar la voz,
buen palmetazo le daban.
Ahora, si el alumno habla,
no le quites la palabra
que le baja la autoestima.
Tu turno, y si no… ¡te callas!

Antes tu, que eras “la profe”,
siempre llevabas razón
y los padres te apoyaban
como era su obligación
pues, tocante a educación,
por entonces entendían
que había que considerar
al Maestro como un Guía.

Hoy les hablan de nosotros
con despego y sin respeto,
y a los niños les enseñan,
uno a uno, sus derechos.
Y si por cualquier motivo,
algún problema surgió,
tú ya sabes que tu alumno
siempre lleva la razón.

“¡Que mi niño nunca miente!”
dice ufana la mamá.
“Y, si te pones muy tonta,
te vamos a denunciar.”
(Y date por satisfecha
si no te quieren pegar)
Y el niño se pavonea
igual que un pavo real
sabiendo que, en adelante,
ya te puede hasta putear.

Antes tu dabas la clase
seguidita y de un tirón,
siendo entonces el recreo
la única interrupción.
Ahora, mientras das la clase,
puede entrar el Director,
la secretaria, el conserje
o bien el coordinador.

El que viene te pregunta
“¿cuantos van al comedor?”,
o una mamá busca al niño
para llevarlo al doctor,
y otras te lo traen tarde
“porque el auto se atascó”.

También antes había clases
cada día de la semana.
Ahora, con las excursiones,
perdemos muchas mañanas.
Pero, ¡eso sí!, en nuestra escuela…
¡Que nunca nos falte nada!
Visitas a monumentos,
paseos por la ciudad,
la charla contra el tabaco
o la educación vial,
el peligro de la droga,
de alcohol o salud mental,
higiene en los alimentos,
cursos de salud bucal,
charlas sobre el reciclaje,
la banda municipal,
ir a escuchar el concierto,
o ver la función teatral.

Sin olvidar… ¡más faltara!
lo que hay que conmemorar,
que en la escuela, casi todo,
tiene su fecha y lugar:
El día de los maestros,
y el Estudiante, además,
se festejan cumpleaños…
¡Así vamos para atrás!

El día que corresponde,
la Jornada de la Paz,
el día del Municipio,
con asueto ¡a festejar!
Día del libro, el del árbol,
del sida, el día mundial,
el día del Medio Ambiente,
de la integración racial,
de los padres, de las madres…
Todo habrás de festejar,
en tu clase, con tus niños,
con un trabajo especial.

Y llegando al fin del año
un bonito festival,
para, con “viaje de estudios”,
poner el broche final.
Menos mal que ya los Santos,
se nos están olvidando,
sino, podrías pasarte,
el curso felicitando.
Aunque la última moda
son los gratos centenarios
que ya te vienen impuestos,
y que te duran un año.
Desde Lorca a Don Quijote,
de Mozart a Juan Ramón,
vienen a colmar la carga
del sufrido Profesor.

Y después nos lamentamos
de que no saben sumar,
de su mala ortografía,
de que todos leen fatal…
puede que, sin darnos cuenta,
con la mejor voluntad
de enseñarles tantas cosas,
olvidemos lo esencial,
que es darles el instrumento
que siempre les servirá,
para aprender lo que quieran,
y alcanzar la libertad,
a través de una cultura
que sólo las letras dan.

Analizar lo escuchado
y por su cuenta pensar.

(Texto de Teresa Ariza, una maestra jubilada)
(Imagen: canslochphoto.es).

2 comentarios:

  1. Ha "brodat" l'escola actual. Sense adonar-nos, volem abastir tantes fites que se'ns oblida assegurar els aprenentatges.

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